"¿Cuál es la razón por la que millones de estadounidenses, especialmente los de mejor educación, gastan miles de millones de dólares cada año en una amplia variedad de terapias alternativas, complementarias, u holísticas?", se pregunta el doctor Isadore Rosenfeld en su Guía de la medicina alternativa (Editorial Diana, 2000). ¿Y por qué sucede lo mismo en Europa, donde —según el estudio de Peter Fisher publicado en el British Medical Journal— las estadísticas indican que entre un 20 y un 50% de la población utiliza terapias complementarias?
La respuesta que ensaya el doctor Rosenfeld apunta que la creciente popularidad de la medicina alternativa es resultado directo de la gran cantidad de preguntas relacionadas con la salud, el bienestar y la supervivencia que todavía no tienen respuesta.
Dentro de los términos terapias alternativas se encuentran agrupadas todas aquellas prácticas que no son aceptadas oficialmente por la academia: la acupuntura, la aromaterapia, el ayuno, el ayurveda, las hierbas, la hipnosis, la homeopatía, la iriología, la oxigenoterapia, la quiropraxis, la reflexología, la terapia celular, terapias de la unidad cuerpo-mente, terapia de luz y magnética, entre otras. La lista es larga y tanto en conjunto como individualmente estas técnicas generan más de una controversia, que empieza por el modo en que se las denomina.
Para el doctor George Pietroni, hablar de medicina alternativa es vagamente peyorativo ya que esta denominación agrupa una categoría muy grande y heterogénea de prácticas definidas más bien por lo que no son y no por lo que son. Pero desde que esta denominación se ha extendido no sólo entre los pacientes sino también entre muchos doctores convencionales, él propone que se las defina como medicina complementaria.
Sin embargo, para los profesores británicos, Adam Award y Peter Fisher "el término de medicina complementaria tampoco es enteramente satisfactorio, ya que mete en una misma bolsa un amplio espectro de métodos con poco en común, excepto del hecho de que todas están fuera de las corrientes médicas académicas. Lo términos más ajustados quizás sean, según estos, "métodos terapéuticos no convencionales". Pero los problemas a resolver no residen en una simple diferencia de denominación ¿Dónde se estudian? ¿Cómo se las debería regular? ¿Cómo articular un trabajo conjunto con las prácticas convencionales? ¿Cómo evitar que un paciente sea estafado o que el tratamiento alternativo interfiera con el convencional?
Según aseguran Peter Fisher y Adam Ward, en el artículo mencionado del British Medical Journal, muchos doctores y terapeutas europeos ya usan tratamientos no convencionales o complementarios. Los más usuales son la acupuntura, la homeopatía, la terapia o manipulación manual, y medicina con hierbas o fitoterapia. La popularidad de estas terapias difieren según los países, así como las regulaciones para su práctica: en algunos sólo los profesionales registrados pueden ejercerlas y en otros no tienen ninguna regulación.
A pesar del escepticismo de la medicina oficial, cada vez es más común que un médico proponga al paciente que pruebe un método complementario cuando éste tiene una enfermedad crónica y recivante, cuando el acercamiento convencional requiere tratamientos de mantenimiento, si está preocupado por las reacciones adversas de alguna droga, cuando el paciente no está satisfecho con el progreso de su tratamiento y cuando inexplicablemente hay una reticencia a aceptar el tratamiento, según indican Catherine Zollman y Andrew Vickers, en su artículo "La medicina complementaria y los médicos".
Vickers y Zollman dicen que "como ocurre con la medicina convencional, a la complementaria también hay que vigilarla con ojo avizor. En el caso de inmunizaciones, antibióticos y dietas, particularmente, la influencia de la medicina complementaria puede causar dificultades". A pesar de todo, los autores indican que los pacientes que están sometidos a tratamientos en los que deben tomar medicación por largos períodos deben ser alentados a encontrar un médico de prácticas complementarias que esté dispuesto a trabajar en conjunto en cooperación con el médico convencional.
Como pasa con todo lo que recién se está forjando, poca es la información que se ha publicado sobre el uso combinado de tratamientos de medicina complementaria y tradicional. Vickers y Zollman aclaran que "si bien la información disponible es escasa, algunos de los informes son serios. Estos casos incluyen mayormente la utilización de productos como las hierbas medicinales y suplementos dietarios. Aunque la falta de un sistema de estudio formal hace que no se pueda conocer su verdadera incidencia, por lo que se necesita más información confiable para hacer aseveraciones más concluyentes".
Para estos autores, lo que falta para convencer por completo a los clínicos convencionales es evidencia contundente de que la medicina complementaria puede entregar soluciones seguras y con buen rendimiento costo-beneficio para problemas que son caros y difíciles de manejar con los tratamientos habituales. Pero es difícil recabar tal evidencia ya que no existen procesos sistemáticos para recolectar información sobre la seguridad y los efectos adversos de estas disciplinas.
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